El asesinato de las hermanas Mirabal, símbolo de resistencia frente a la dictadura de Trujillo, dio origen a una fecha que hoy interpela al mundo entero: el 25 de noviembre recuerda que la violencia contra las mujeres no es pasado, sino una deuda vigente de nuestras sociedades.

El 25 de noviembre no es solo una fecha: es un llamado mundial a nombrar, prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. La Asamblea General de la ONU lo estableció en 1999, en memoria de las hermanas Mirabal —Patria, Minerva y María Teresa—, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Su historia, tejida de coraje, resistencia y dolor, convirtió una tragedia en símbolo regional de dignidad y lucha.

Del hogar rural a la resistencia

Criadas en Ojo de Agua, Salcedo, en un hogar acomodado, las Mirabal destacaron por su inteligencia y sensibilidad social. Minerva y María Teresa brillaron en sus estudios y, con su hermana Patria, se sumaron a la Agrupación 14 de Junio, convencidas de que el régimen llevaría al país al caos. El nombre político de Minerva, “Mariposa”, se volvió emblema de las tres. Patria, aun con menor exposición, fue sostén logístico: su casa sirvió para guardar armas y herramientas de la insurgencia.

“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte.” Minerva Mirabal

Persecución y violencia de Estado

Minerva y María Teresa fueron detenidas, torturadas y vejadas; también sus esposos. En mayo de 1960, un tribunal las condenó por “atentar contra la seguridad del Estado”. En agosto, Trujillo ordenó liberarlas para exhibir una falsa “generosidad”, manteniendo presos a sus maridos y profundizando el hostigamiento. Reanudada la actividad clandestina y bajo presión internacional, el dictador dispuso su eliminación: el Servicio de Inteligencia Militar montó una emboscada en la carretera.

La emboscada y el crimen

El 25 de noviembre, tras visitar a sus esposos, las hermanas emprendieron el regreso. En el puente de Marapica fueron interceptadas por un escuadrón que las llevó a una casa en La Cumbre. Allí las estrangularon y golpearon hasta la muerte; luego simularon un accidente automovilístico para encubrir el crimen. El mensaje buscaba quebrar la resistencia. Ocurrió lo contrario.

Minerva comenzó a utilizar el nombre clandestino de “Mariposa”, con el que firmaba mensajes y comunicados políticos. El apodo se extendió a sus hermanas, dando origen al símbolo que hoy identifica su legado

La caída del terror y el nacimiento de un símbolo

La indignación popular creció. Las Mirabal se volvieron banderas. El asesinato, lejos de silenciar, aceleró el desgaste del régimen y fue antesala del fin: Trujillo fue abatido el 30 de mayo de 1961. Décadas después, su memoria sostiene una consigna simple y urgente: vivir sin violencia es un derecho.

Ninguna mujer debe ser una “Mariposa” que caiga para que otros despierten

Por qué recordamos hoy

Recordar a las Mirabal es reconocer que la violencia de género no es “historia pasada”: se actualiza en cuerpos, instituciones y silencios. Nombrarla permite transformarla. Cada 25 de noviembre, la memoria colectiva exige políticas efectivas, justicia y cuidados comunitarios. Porque ninguna mujer debe ser una “Mariposa” que caiga para que otros despierten.