La década perdida del salario: una transferencia de 290 mil millones de dólares del trabajo al capital concentrado

Un informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) revela que, entre 2015 y la actualidad, la pérdida del poder adquisitivo, el endeudamiento y la fuga de divisas generaron una histórica transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados de la economía. El capital financiero, energético y agroexportador fueron los grandes beneficiados de este modelo.

Según el estudio, la caída del salario real incrementó los excedentes privados en un valor equivalente a 290.000 millones de dólares. Buena parte de esas ganancias fue dolarizada: desde diciembre de 2015 se habrían fugado 190.000 millones, mientras que el endeudamiento externo público y privado trepó a 114.000 millones.

El quiebre distributivo

Mate identifica el inicio del proceso en el gobierno de Mauricio Macri, al que define como una “fuerte ofensiva del capital sobre el salario”. La devaluación, la inflación y el endeudamiento marcaron el rumbo. Pese a la resistencia sindical, el salario real terminó 2019 un 18 % por debajo del nivel de 2015.

Con el acuerdo con el FMI por US$44.500 millones, la deuda pública saltó del 52,6 % al 90 % del PBI, y la mayor parte quedó nominada en moneda extranjera. Durante los años siguientes, con diferentes políticas, el poder adquisitivo siguió cayendo: la participación de los asalariados en el producto pasó del 54 % en 2015 al 44 % actual, equivalente a esa transferencia de 290.000 millones de dólares.

Además, el Estado perdió capacidad para captar parte del excedente económico. Entre 2017 y 2022, el capital aumentó seis puntos su participación en el valor agregado, a costa del trabajo y la recaudación. En ese mismo lapso, los salarios redujeron su peso en las ventas empresarias un 25 %, mientras el impuesto a las ganancias cayó 35 %.

Los ganadores del modelo

El sector financiero figura entre los principales beneficiarios: obtuvo rentabilidad tanto por los créditos al sector privado como por los títulos públicos, aprovechando el crecimiento de los pasivos remunerados del Banco Central. La recesión no lo afectó: al contrario, aseguró ganancias “en un clima inestable”.

El sector energético también se consolidó. Recibió subsidios, luego dolarizó precios y terminó apropiándose de rentas que antes iban al Estado: su participación estatal en el valor agregado cayó del 21 % al 13 % entre 2018 y 2023.

Por último, el sector agroexportador, dominado por apenas ocho grandes empresas, concentró el 95 % de las exportaciones de harina de soja y el 72 % de los granos. A través del comercio intrafirma, la subfacturación y la no liquidación de divisas, logró reducir impuestos y presionar por beneficios cambiarios.

En conjunto, estos procesos configuraron una década de pérdida sostenida del salario real, concentración de ingresos y debilitamiento del Estado frente a los grandes grupos económicos.

Fuente: https://elciudadanoweb.com/

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